Carmen Pérez Corral tenía 15 años cuando entró por primera vez en la quesería donde trabajaba su padre, uno de los socios fundadores, para echar una mano en verano. Hoy tiene 38 años y, desde hace cuatro, está sola al frente de la Sociedad Cooperativa Queso de Peñamellera, en Alles, que elabora tanto el llamado Cuayáu de Peñamellera como también la otra variedad que recibe el nombre de La Cueva de Llonín. La suya es una historia de perseverancia, de tesón, de mucho trabajo y de creer en las posibilidades de una actividad que, con los años, otros fueron abandonando.

«La cooperativa se abrió hace unos 28 años con seis u ocho ganaderos, uno de los cuales era mi padre. El objetivo era darle más salida a la leche. Al principio la producción era muy pequeña, pero empezó a ir bien y llegó a tener hasta unos 30 ganaderos como socios», recuerda Carmen, y a renglón seguido añade: «luego las cosas fueron cambiando, la gente fue dejando el ganado de leche para pasar al de carne y quedaron muy pocos socios hasta el punto de que pensaron cerrar ofertando la posibilidad de que los trabajadores se hicieran cargo de la quesería. Entonces éramos cinco. Fue hace quince años. Éramos mi madre, mi tía y yo haciendo los quesos, un chaval que recogía la leche y otro que llevaba las gestiones. Con el tiempo mi madre se jubiló, los dos chavales se fueron y quedamos solas la otra socia y yo. Finalmente ella decidió también dejarlo y hará unos cuatro años que estoy yo sola al frente. Eso sí, cuento con una empleada que trabaja aquí conmigo a diario».
Carmen Pérez Corral habla con pasión de su trabajo, y recuerda que el amor propio «y el que mi padre fuese uno de los fundadores me hizo continuar». «Me daba mucha pena tener que cerrarla y peleamos para que saliera adelante.